Hay una parábola bíblica llamada: “La siembra y la cosecha”; que nos anima a utilizar los talentos que poseemos con el fin de potenciarlos. En cierta medida, rige formas de cómo y dónde debemos plantar lo que nos proponemos. Trayéndolo al medio creativo, significa que no todas las ideas van a funcionar “a solas”, es decir que es necesario abrirlas/socializarlas con nuestro equipo de trabajo para que cada miembro aporte, y hacerlas aún más grandes y aterrizadas.
El estar abiertos a las opiniones de los demás es un buen punto, se debe ser flexible al trabajo en equipo, es por ello que se llama así, se trata de ayudar a llevarlas a cabo y no adjudicarse el crédito personal, ya que el equipo fue el que acabó de cosechar la idea, por lo tanto es un logro en conjunto. Muchas veces, la tierra más fértil es la discusión de ideas con el equipo de trabajo.
Si sembramos la idea y sabemos comunicarla efectivamente a nuestro equipo, es seguro que la misma no se pierda, incluso la idea llegará a ser como tú la deseas y visualizas, quizá con enfoques diferentes pero el centro –la semilla– conservará su esencia. Si alguien te dice que una idea que propusiste no es muy buena, también es recomendable que la defiendas sin agredir. De la misma manera cuando alguien te presente una idea, puedes aportar, sin atacar.
El proceso para una idea es como una temporada de siembra, en donde siembras la semilla (idea) en tierra fértil (equipo de trabajo) y después de un tiempo cosechas (aportes de ideas), consiguiendo así, los resultados propuestos.