Por alguna extraña razón a las personas que “piensan dentro de la caja” se les ha dado un calificativo de corte negativo, como sugiriendo que alguien es de mente cerrada o incapaz de pensar con criterio amplio.
Sin embargo, si se busca dar un enfoque más afín a su significado, se notará que la caja es la cultura que determina el comportamiento, que a su vez es un conjunto o conglomerado de ideas, hábitos y costumbres adquiridas. Por lo tanto, si lo vemos bajo esta información, “pensar dentro de la caja” no es malo y bajo ningún motivo incorrecto necesariamente.
Pensar completamente fuera de la caja equivale a dejar atrás las experiencias y conocimiento adquirido con antelación. Por ende, puede tomarse como un estímulo creativo, pero no necesariamente salirse absolutamente de la caja puede ser el camino más viable.
Hay ideas que son geniales pero al mismo tiempo no aceptadas por las personas. El problema no radica enteramente en la idea, pues si se presenta algo a las personas que está completamente fuera de su caja, la curva de aceptación será pronunciada, debido a que el concepto no es afín a su cultura.
Lo aconsejable es pensar fuera de la caja proporcionalmente, esto se refiere a que un concepto debe tener un 65% de relación cultural con la audiencia a quien se presentará y un 35% de atributos nuevos o desconocidos, por mencionar una cuota, que tampoco es regla.