Este es un eterno debate. Para algunos una buena comunidad virtual es la que está formada por un gran número de miembros, para otros es importante que los que conforman la comunidad sean personas que conversen. Es evidente que la cantidad importa, más cuando hablamos sobre la reputación de una marca, no es igual tener 100 que 1,000 y más aún si se trata de una gran empresa.
Una estrategia que se centra en la obtención de seguidores a cualquier precio, no suele funcionar si no se trabaja el aspecto cualitativo. Es preciso cuidar a los miembros que ya forman parte de la comunidad para conservarlos y para captar nuevos. Se debe trabajar en las publicaciones y el tono adecuado para que el mensaje llegue al grupo que se busca alcanzar.
No todo se basa en los seguidores, una gestión de calidad también fideliza a los miembros, convirtiéndoles en prescriptores, uno de los principales activos que se puede obtener en las redes sociales. Por ejemplo, cuando un seguidor comparte una publicación que realizamos, se multiplica el alcance. Esto produce mayor posibilidad de interacciones, provocando así que llegue a más personas de la comunidad, o fuera de esta, cuyo contenido puede resultar de su interés.
Construir una comunidad de calidad requiere de tiempo y dedicación, por lo cual se constituye a largo plazo. En conclusión, no es malo querer que la comunidad esté formada por muchas personas, pero básicamente debemos centrarnos en que los usuarios que la constituyen realmente se sientan identificados y no como parte del montón, una comunidad bien gestionada tendrá usuarios de calidad.