De acuerdo a cómo se encaran las situaciones que se presentan día a día se puede decir que existen dos tipos de personas: las personas reactivas y las personas proactivas. Cada una tienen una forma particular de actuar, a continuación se explica a detalle las diferencias y su rol en un equipo de trabajo.
¿Qué es la reacción?
Antes de entrar de lleno al tema, es importante definir qué es la reacción. La tercera ley de Newton afirma que: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.
Al hablar de reacción se refiere, en una definición sencilla, a la conducta que toma una persona u objeto ante un estímulo específico, por ejemplo, el movimiento que toma un balón al ser pateado o las emociones del público ante un orador o músico, o bien la conducta que adopta alguien al recibir un regalo o cuando encuentra un embotellamiento vehicular camino a su trabajo. En ese sentido todos somos reactivos pues reaccionamos antes los estímulos.
Las personas reactivas.
Por otra parte, cuando se habla específicamente de personas reactivas, se refiere a aquellas que no toman la dirección de su propia vida, por el contrario, prefieren que sean otros quienes decidan, cediendo así el control. Esto con el fin de evitar responsabilidades o compromisos. Otra característica es que imitan lo que otros hacen sin un motivo razonable y no les gusta reflexionar o medir el alcance de sus actos, estas características también pueden estar relacionadas con su autoestima o por prejuicios que tengan sobre sí mismos, creyéndose incapaces de tomar decisiones propias.
Buscan que otras personas hagan su trabajo y al no saber qué comportamiento tomar ante una situación que no tenían prevista recurren a una actitud agresiva o tienden a victimizarse ante los demás.
Dentro de un equipo de trabajo las personas reactivas son aquellas que necesitan un impulso externo constante para trabajar. Por lo general necesitan de alguien que les guíe, esperando que se les indique qué es lo que deben hacer y cómo hacerlo, prefiriendo ser liderados a liderar. Son serviciales y colaboradores y saben seguir instrucciones cuando se les pide, por estas razones siguen con facilidad a las personas proactivas.
Las personas proactivas.
El término proactividad se le atribuye al neurólogo y psiquiatra austriaco Victor Frankl. Una de las diferencias entre las personas que son proactivas y las que son reactivas es que las personas reactivas tienden a actuar de prisa y en desorden después de un determinado acontecimiento, mientras quienes son proactivos prevén cualquier tipo de situación que puede presentarse y se anticipan a ella.
Los proactivos asumen el control de su vida y evitan que sean otros quienes decidan por ellos, no esperan a que otras personas les digan qué hacer sin caer en la precipitación o en la prepotencia; son analíticos y piensan a largo plazo a la hora de tomar decisiones. También se caracterizan por mantener una actitud positiva en cualquier circunstancia y en lugar de quejarse buscan soluciones en las adversidades, viendo oportunidades en las situaciones inesperadas.
En el ámbito laboral, las personas proactivas son las que asumen con facilidad el rol de líder gracias a sus características previamente enumeradas. Buscan la manera de mejorar las condiciones de trabajo del equipo con el fin de mejorar también los resultados, no suelen conformarse con lo que les piden y se trazan metas a corto, mediano y largo plazo. En algunos casos, debido a su interés por tomar siempre la iniciativa pueden tener dificultades para seguir instrucciones
¿Se puede desarrollar la proactividad?
Una vez que se tiene un concepto claro sobre ambos términos es importante someterse a un autoanálisis para determinar cuáles son las características predominantes, para, más que solo saber si se es reactivo o proactivo, determinar qué cambios son necesarios en la forma de pensar y actuar.
Es indudable que la forma en que una persona es criada y el entorno en que se desarrolla influye de manera significativa en su conducta, no obstante, si una persona reactiva está consciente que necesita un cambio, da lugar a reemplazar hábitos negativos por otros más saludables, como asumir responsabilidades, afrontar los retos, ser intencional para ver las cosas en diferentes plazos y perder el temor de aportar ideas. La proactividad no es un momento, más bien se trata de un proceso de crecimiento personal, por lo tanto requiere tiempo, evaluación, análisis y perseverancia.